J5 – Double FF vs Murillo Café

Los actuales campeones demostraron que alzaron el trofeo gracias a su entereza y capacidad de resistir, ya que tras un primer tiempo muy negro, en la segunda mitad lograron darle la vuelta a un marcador que Murillo Café defendió hasta que el fútbol rival fue demasiado bueno.

Partidazo bajo la lluvia del Luis Aragonés el que nos regalaron ambos equipos, y es que, antes del partido, ya sabíamos que el choque iba a ser vibrante, puesto que Double FF es un equipo que siempre genera y es divertido de ver, mientras que con Murillo Café tenemos la electricidad y competitividad aseguradas, por lo que los locales no iban a tener, ni mucho menos, un paseo militar, como se comenzó a ver desde el pitido inicial.

Fue comenzar el duelo, y que la intensidad de Murillo Café lo marcara absolutamente todo, ya que los visitantes son un equipo rocoso y pegajoso sin bola, de esos que te hacen sufrir y exprimirte al máximo si quieres llegar a su portería. Y ante ese ritmo defensivo, Double FF se mostraba falto de ideas, sin poder romper la muralla que los azules habían levantado delante de la portería defendida por Rómulo Piñero, y así avanzó el primer tramo del primer acto, sin noticias ni novedades, y si me permiten, sin ninguna ocasión para ninguno de los lados.

El ritmo no decaía en Murillo Café, que iban a llevar a Double FF hasta el límite, pero lo que sí cambiaron fueron las sensaciones ofensivas, porque Double FF pese a dominar seguía siendo estéril en sus intentonas mientras que sus oponentes, tras robo, lograban salir rápido y generar una sensación de peligro que incomodaba la portería de Emilio López. Este aura inició pasado el ecuador de la primera mitad, y en el 18, tras un par de sustitos, llegó el golpe en forma de tanto a favor de Murillo Café. Sirio Melone robó un balón cuando los negros trataban de salir desde atrás, recibió el pase del compañero que le había acompañado a la presión y, con una vaselina perfecta, batió a López para hacer saltar la sorpresa momentánea en Hortaleza.

Tras el tanto, el campeón se quedó noqueado, dubitativo, sin saber muy bien como abordar la situación, y los últimos compases del primer tiempo fueron, de nuevo, de dominio estéril sin capacidad para dañar a su adversario. Así que tuvieron que conformarse con llegar con el resultado que el marcador mostraba al descanso y buscar reaccionar una vez comenzado el segundo capitulo de este gran libro.

Y así fue, dicho y hecho, algo arreglaron al descanso los locales que salieron con la idea más clara y con nuevos mecanismos que permitían llegar más y mejor a la puerta de Murillo Café, prueba de ello está en que tan solo dos minutos después de la reanudación, Javi Millet recibió pegadito a la línea de cal, inició la diagonal hacia dentro y soltó el latigazo para empatar la contienda. Lo mental en este deporte es clave, y la reacción visitante fue muy clara, muchas cabezas agachadas pese a los ánimos que llegaban desde el banquillo por parte de los compañeros que aguardaban su momento.

Con el impulso del gol del empate y con un Jorge Lardín realmente inspirado, comandando las ofensivas negras, Double FF se puso el mono de trabajo para tratar de cerrar el partido lo antes posible y evitar nuevos sustos, ya que Murillo Café había demostrado que estaba preparado para volver a hacerlo. Pero los sustos quedaron a un lado, y lo que llegó al rato fue el tanto que confirmaba el buen momento local, Lardín asistió a Fernando Pérez que llegó desde atrás para definir la jugada colectiva y poner a los suyos uno arriba para resoplo de muchos en la escuadra de Macías y compañía.

Double FF estaba inspirado, y solo quedaba rematar la faena antes de entrar en la recta final del choque para afrontar los últimos minutos con calma, disfrutando con el balón y evitando que los azules pusieran patas arriba el partido de nuevo. Y cuando solo habían pasado dos minutos del gol de Pérez, Jorge Franco se encargó de mandar a dormir el partido tras recibir un fantástico centro desde la derecha de David García Cubillo. El tramo final se convirtió en un pacto de no agresión donde los locales no querían hacer sangre y los visitantes habían entregado las armas tras el tercero de sus rivales, por lo que no vimos mucho más reseñable salvo la intensa lluvia que caía sobre el terreno de juego.